Resulta difícil pensar cuando se está viendo por primera vez, que cada secuencia pueda tener un sentido, que todo pueda pertenecer al universo personal de una persona o personas, pero una vez vista entera las piezas tienen sentido en su sinsentido aparente.
El paisaje interior de un personaje no tiene porque tener la coherencia teórica que nos inventamos en nuestras elaboradas elucubraciones sobre lo que somos, o queremos ser. Los sentimientos se generan en las situaciones más absurdas, o trágicas, formando unas motivaciones en cada uno de nosotros que para un observador exterior pueden parecer estúpidas o surrealistas.
Los personajes son entrañables, tan entrañables como es casi toda mi tierra, el aislamiento, y los pequeños afectos, el aprovechar todo lo disponible sin despreciar nada, o el cariño a una vaca, son pinceladas de una tierra difícil de entender con el cronómetro y la métrica moderna.
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